1 de abril de 1999



Antonio Madrigal, <<BEGOÑA SUMMERS: Confidencias con Mahou>>, Revista Cultural de Segovia (Segovia), Mayo de 1999, p. 43.

 

(…)/(…)/(…)/… Esta pintora encuentra en la calle, en las plazas, plazuelas y terracillas de bares y chiringuitos su información e inspiración. Para que estas ágoras del vermouth y las olivas constituyan la fuente de muchas telas, tienen por fuerza que ocurrir que a su hacedora le guste de verdad, le guste un largo rato ese ambientillo de relax, descanso y confidencia que supone echarle horas sin tasa y con el buen tiempo, el vencejo en el cielo, o la luna donde siempre estuvo (a disposición de los nocherniegos), al asunto. Todo ello supone, créanme ustedes, una auténtica y verdadera filosofía de la vida, una sabiduría bien dosificada, un ejercicio del “dolce far niente” sin ningún asomo de pudor y culpabilidad: saber perder el tiempo con generosidad y salero.

 

Precisamente… estamos cansados de tanto ejecutivo competitivo, de tanto almuerzo de trabajo, de tanta apretada agenda, de tanto estrés acechante e infarto emergente. Es preciso hacer las cosas despacito y con amor, una detrás de la otra y todo con buena cara y buenas vibraciones. Ello se refleja en la pintura-fiesta de Begoña Summers, de alegres colores fauvés u enorme calor humano. No todos los artistas están capacitados para trasmitir tantas dosis de la vida que bulle (me refiero a la sabia vida tranquila y reflexiva; porque la vida que busca sacar 30 horas de trabajo a las 24 que tiene el día, esa no es vida; es un horror y una alucinación patológica). ¿Estoy haciendo un canto y alabanza, con ocasión de esta exposición, de la vaguería, del perder el tiempo?... Puede que sí y no me duelen prendas. Es positivo: al cuerpo y mente humana no se le puede forzar hasta que le suenen todas las bielas y se le gripe el motor cerebral…

 

¿Cómo pinta Summers?. Pinta divirtiéndose. Eso se nota a primera vista (así juega Ronaldo al fútbol). También se nota: que ella no posee trucos, que no se repite la frase, que no suelta como el aburrido calamar la negra cortina de la tinta intelectualoide que todo lo confunde. Todo es claro en su paleta, todo es entrañable, confidencial y amenísimo. Pero ojo, que esa facilidad de presentación no es superficialidad, que supone una búsqueda constante de lo auténtico. Estoy seguro de que Segovia la inspira; la noche segoviana se “ve” en sus cuadros sin pintar ella ningún acueducto. Ni falta que hace.

1.ª Mención especial del Jurado del Concurso de Artes Plásticas y Fotografía 2013

COLEGIO DE ESPAÑA

PARÍS 

Mi calle, óleo sobre lienzo

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© Begoña Summers De Aguinaga

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